Un carpintero, estaba a punto de jubilarse. Le comunicó a su
jefe, la decisión de dejar el negocio de la construcción, para poder llevar una
vida más placentera junto a su esposa y así disfrutar los últimos años de su
vida.
Su jefe, lamentó
perder al mejor empleado. Pero antes de que se retirara definitivamente de su
trabajo, le pidió que construyera una última casa.
El carpintero,
accedió por compromiso. No puso mucho esmero, ni entusiasmo en el trabajo, como
en otras épocas, no cuidó los detalles. Así que la construcción, no se veía muy
bien, incluso los materiales que usó eran de inferior calidad.
Una vez finalizado el
trabajo, el carpintero invitó a su jefe a visitarla. Hicieron un recorrido por
la casa y al finalizar, le entregó a él las llaves de la puerta y le dijo:
Querido amigo, esta casa es tuya. Es mi regalo por todos los
esfuerzos que pusiste en la empresa, durante 40 años.
El carpintero, con las llaves en sus manos y sus ojos llenos
de lágrimas, agradeció el regalo, pero se sintió avergonzado, como nunca antes
por esa actitud que le llevó a cometer ese tremendo error.
¡Qué desafortunada manera de terminar su carrera!
Si el carpintero
hubiera sabido que estaba construyendo su propia casa, la hubiera hecho con
absoluta dedicación. Ahora, no tenía otra opción que vivir en la propia casa
que él había construido y no precisamente de la mejor manera.
Lo mismo se puede aplicar a nosotros. Construimos nuestras
vidas de manera distraída, haciendo las cosas de cualquier manera, cuando
deberíamos poner la máxima atención y cuidado.
Muchas veces, no damos lo mejor en nuestro trabajo, con
nuestra familia, con nuestros amigos. Y no nos damos cuenta de que tenemos la
vida que nosotros mismos hemos construido.
Construyámosla con sabiduría.
“Tu vida hoy, es el
resultado de tus actitudes y elecciones del pasado…
Tu vida mañana, será el resultado de tus actitudes y
elecciones hechas hoy”.
0 coment�rios: